Un suceso maravilloso

Así como las conexiones neuronales producen el arranque del motor más poderoso que tenemos, nuestro cerebro, si nos conectáramos entre nosotros, como familia, produciríamos un milagro: la armonía familiar y social que tanto necesitamos.

FAMILIA+

Horacio Colombo

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person holding yellow flower bouquet
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La aviación alemana comenzó a bombardear Londres el 7 de septiembre de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial. Lo hizo durante 57 noches consecutivas, a menudo también durante el día. Londres sufrió ataques regulares, y el 10 y 11 de mayo de 1941 sufrió su mayor incursión. La destrucción se había apoderado de la ciudad. El mito cuenta que la Reina de Inglaterra expresó que le temía más a un ejercito orante que a uno militar. Así fue como el primer ministro del Reino Unido Winston Churchill, le pidió a la población que todas las noches a la hora 20.00, rezara por el fin de los ataques, como sucedió.

La creciente investigación científica explora como todos estamos íntimamente ligados por un campo sutil de energía universal llamado “campo morfogenético”, que fuera descripto por el biólogo científico Rupert Sheldrake. Los mismos son patrones de orden o estructura que conectan a todos los individuos de una misma especie que, al estar conectados, aprenden una nueva habilidad. A partir de un número determinado, se forma la denominada “masa crítica” cuya pericia será aprendida por los demás componentes del conjunto, sin dificultad.

Por lo tanto, sumándonos a la idea del biólogo investigador Sheldrake, si todos uniéramos nuestro corazón (enlazado por un codón dorado de pensamiento) al de otras familias, la célula primaria de la sociedad sería una fortaleza inexpugnable protegida por un escudo intangible, incapaz de desarmonizarnos. Pensamientos de rencor, comentarios improcedentes, mentira, deshonestidad, falta de perdón, infidelidad y cuanta variable negativa se nos ocurra, no solo deteriora ese cordón dorado sino que lo corta. La masa crítica de la familia sería el punto exacto en el cuál este sistema social primario alcanzaría el umbral mínimo de transformación y restauración necesarios para el tan ansiado cambio social en busca del bien común.

La integración social paulatina fundamentada en valores y virtudes necesita del compromiso participativo que genere un cambio activo, más allá de la observación crítica inoperante. Sin el deseo primero y una labor constante después, no es posible ningún cambio. La ya errática teoría Darwiniana de “supervivencia del más apto”, comenzó a resquebrajarse ante la vislumbre cada vez mayor de una sociedad más cooperativa, palabra esta cuyo origen latino significa “trabajar juntos”, una labor en la cual la familia ocupa la plataforma de origen.

Hoy el hogar (nuestro reino unido en el cual tiene sede la familia) está sometido a un bombardeo permanente de violencia carente de restricciones morales y éticas que no tienen en cuenta “al otro”, viva o no bajo el mismo techo. El sentido común en la familia (nuestro primer ministro), nos está pidiendo unidad en el bien para detener toda acción destructiva y producir una masa crítica para ver el mundo nuevo que necesitamos y nos merecemos.

Horacio Colombo, Lic. en Ciencias para la Familia.(UA)

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