SANAR DESDE EL PERDÓN

Muchas familias están divididas por la incapacidad de pedir perdón. Algunas ofensas del pasado no son fácil de superar, olvidar, dejar pasar, olvidar... y así, se diluyen los vínculos. Y algo que va más allá, es que en las familias el recursos del silencio y nunca más hablar sobre el tema es una manera de finalizar las situaciones sin poner en claro las culpas y las disculpas.

Muchas veces, con justa razón, reclamamos una reparación de aquellos que nos han herido. Porque lo merecemos sinceramente, porque nos lastimaron y somos la verdadera víctima de la situación.

Pero poner nuestras esperanzas en estas afirmaciones es tan irreal como esperar que del agua brote fuego. No debemos poner algo tan valioso como el resarcimiento emocional en manos de alguien que solo sabe herirnos. NO. Ese es un trabajo propio, interno, profundo.

¿Es difícil? Por supuesto que lo es, a muchos de nosotros no nos educaron apropiadamente, en nuestra infancia, con la suficiente inteligencia emocional como para afrontar este desafío. Pero no es imposible. Solo requiere voluntad, deseo.... el deseo de sanar.

Podemos abrazar a ese yo del pasado que estaba solo, desamparado, triste y herido, y decirle que lo ha logrado: "LOGRASTE SUPERARLO, MÍRATE, LLEGASTE HASTA AQUÍ, INCLUSO ROTO COMO ESTABAS", y podemos trabajar en avanzar en sanar y llegar aún más lejos de donde estamos hoy.

El don de perdonar es sanar la herida que uno lleva dentro. Es un acto de amor a uno mismo. Luego podrá verse si se actúa de manera magnánima con aquellos que nos han lastimado (a veces no es posible, o siquiera necesario).

La herida y el dolor nos pertenecen, son nuestros. Es nuestra la decisión: dejar que eso nos persiga por siempre o poder dar vuelta la página y empezar un nuevo capítulo de nuestras vidas.

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos