QUE EL PASADO NO ME DUELA

En el amor, uno aprende constantemente. A veces, aprendemos modos de ser de alguien que decide no acompañarnos más, pero eso no nos define. No debería. Cómo enfrentar lo que viene dejando esa ánima en pena de lo que fui por cumplir con la expectativa de otro

COSAS DE PAREJA

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Empezar una relación amorosa nueva nos lleva a un torbellino de emociones. Desde la ansiedad, el entusiasmo, el misterio hasta la fascinación, el asombro, en definitiva es la "sed de más" del nuevo personaje en nuestras vidas. Y es lo esperable en cada inicio, lo que debiera suceder.

Como ya sabemos, no todos tenemos las mismas formas de amar, ni es universal el idioma del amor. Hay que conocernos y descubrir qué cosas nos hacen felices. Qué cosas nos permiten vivir el amor como la experiencia maravillosa que es. Para ello, tendremos que tener una actitud superadora de nosotros mismos para poder ser la verdadera entrega que necesita el otro.

¿A qué me refiero? A superarnos en nuestro dolor del pasado para poder reconocer en nosotros mismos nuestras pequeñas cargas: los defectos, malos hábitos o malas costumbres, las negligencias que tuvimos, los límites que no supimos respetar... Superar todo lo sufrido para que no afecte a nuestro presente, que es un regalo, una nueva chance. Cada inicio de relación es una nueva oportunidad para intentarlo, para dar lo mejor, para demostrarnos a nosotros mismos que merecemos ser felices junto a otra persona, y que los errores se pueden enmendar. Que las heridas pueden sanar.

Será indispensable que dejemos ir a los "fantasmas de los ex", que no es más que escudarnos en que somos esto porque nos amoldamos a la forma de ser de un otro que ya no está. Parece una excusa vacía, y si... lo es. Es justificarse en un dolor para sentir que se tiene el derecho de "apuercoespinarse" (convertirse en puercoespín, con sus espinas apuntando en todas direcciones contra todo el mundo) y así enfrentar la vida. Lo que es terriblemente injusto para el mundo, para los afectos, para ese amor nuevo que trata de ingresar en la vida. De eso va superarse a sí mismo: sanar esas heridas para volver abrazar la idea de ser feliz de nuevo.

No digo que sea fácil, digo que es posible. Las heridas siempre son nuestras y es nuestra responsabilidad ayudarlas a sanar o dejar que se infecten. El dolor y la miseria pueden ser, con el tiempo, hasta un lugar reconfortante para quedarse y quejarse. Cambiar requiere CORAJE, superarse requiere fuerza, pero sobre todo el amor merece ser, disfrutarse y vivirse plenamente.

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos

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