PERDER UN SER QUERIDO

El duelo por la pérdida de un ser querido es una experiencia profundamente personal y compleja, que afecta a cada uno de manera única, de emocional, física y espiritualmente diferente. Los afectos cercanos suelen experimentar emociones como tristeza, ira, confusión, culpa y desesperanza, lo que puede ser aún más difícil cuando la pérdida es inesperada o prematura. Cómo darle un sentido al dolor y recuperarse desde el amor familiar.

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man in black jacket sitting on doorway
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Lo primero que hay que aclarar, es que el duelo es un proceso natural y necesario para ajustarse a la realidad de la pérdida. Negarlo o reprimirlo puede prolongar el dolor. Permitirse sentir y expresar emociones es una parte crucial del camino hacia la aceptación y la curación. Perder a un ser querido es una experiencia profundamente dolorosa y desafiante. La resiliencia nos permite encontrar formas de enfrentar este dolor de manera constructiva y eventualmente encontrar un sentido renovado en nuestras vidas. Estas formas incluyen buscar apoyo en familiares, amigos o profesionales de la salud mental, participar en rituales o prácticas religiosas significativas, o incluso canalizar el dolor hacia actividades creativas o benéficas en memoria del ser querido.

Superar el sufrimiento y el dolor no significa olvidar o dejar de lado el recuerdo del ser amado que ya no está. Más bien, se trata de integrar la experiencia de la pérdida en la propia historia de vida de una manera que permita seguir adelante con renovada fortaleza y propósito. Esto puede implicar aprender a vivir con la ausencia de la persona mientras se conserva su legado y el impacto que tuvo en nuestras vidas. Mantener su recuerdo en nuestra cotidianidad y en nuestras acciones, de manera de pensar en su compañía constante será una forma de honrar su memoria haciéndolo parte de nuestras rutinas.

Será indispensable que tengamos en cuenta la siguiente afirmación: nos tenemos que permitir a nosotros mismos sentir libremente: no reprimir las emociones (en especial, las displacenteras), llorar todo lo que haga falta y expresar con libertad la tristeza que embarga. Es parte del proceso, y es necesario. Esto nos facilitará buscar apoyo, hablar con amigos o familiares, o bien con profesionales capacitados puede proporcionar consuelo y perspectiva.

Claro que el proceso no es una línea recta a lo largo del tiempo, habrá altibajos cada tanto: habrá días buenos y días malos, y eso es normal. Cada día será diferente hasta que podamos llegar al punto de abrazar esa ausencia con amor y que sea parte de nuestra historia, parte nuestra. Practicar la autocompasión, mantener hábitos saludables y permitirse descansar y recuperarse física y emocionalmente. Pero, sobre todo, tener paciencia, ya que el proceso de duelo no tiene una duración predefinida. Es importante ser paciente y comprensivo con uno mismo mientras se avanza en el camino hacia la aceptación.

Transitar el duelo por la pérdida de un ser querido es un acto de amor hacia uno mismo y hacia la persona que se ha perdido. Encontrar sentido y crecimiento personal a partir de esa experiencia puede ser parte fundamental de la resiliencia humana y del proceso de sanación emocional. Es normal pasar por un período de negación o incredulidad al principio. Pero a medida que avanza el tiempo, aceptar la realidad de que la persona ya no está físicamente presente da lugar a entender que la compañía no solo es física, sino emocional y espiritual, y eso da lugar al crecimiento interior de otras formas de mantenerse en contacto con ese ser perdido.

La resiliencia se fortalece a través del apoyo social. Por eso, el apoyo de amigos, familiares, o incluso de un terapeuta proporcionará la creación de un espacio seguro para hablar sobre los sentimientos y emociones vividas. Las experiencias de pérdida pueden ser momentos de aprendizaje profundo sobre la vida, la muerte y nuestras propias fortalezas. Reflexiona sobre lo que la pérdida puede enseñarte sobre ti mismo y sobre la importancia de vivir cada día de manera significativa.

La resiliencia no significa eliminar por completo el dolor, sino aprender a vivir con él de una manera que nos fortalezca y nos permita seguir adelante con nuestras vidas. Con el tiempo y el apoyo adecuado, es posible encontrar un sentido renovado y constructivo después de la pérdida de un ser querido.

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