LOS RIESGOS DIGITALES QUE CORREN NUESTROS ADOLESCENTES
¿Cómo ayudarlos? ¿Cómo saber lo que nuestros hijos realmente hacen cada vez que están frente a la computadora? Hay información que solamente ellos nos podrán dar, pero para ello tendremos que darle ese contexto de charla, comodidad, confianza y respeto. La adolescencia tiene sus tiempos, y hay que saber entenderlos.
ADOLESCENCIA
Lic. Milagros Ramírez
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La adolescencia es una etapa crítica en el desarrollo humano, caracterizada por una búsqueda de identidad y conexión social. Hoy en día, este proceso ocurre en gran medida a través de plataformas digitales que sirven como espacios de interacción y expresión. En ellas, comparten momentos de su vida y establecen vínculos con pares, así como con influencias externas, lo que enriquece su experiencia pero también presenta diversos riesgos. Es así que el límite entre lo personal y lo público tiende a difuminarse. Los adolescentes consumen contenido, lo crean y lo viralizan: contenido de todas formas, desde fotografías y videos hasta publicaciones y comentarios. Esta agitada vida digital puede afectar la percepción que tienen de sí mismos y de otros, ya que las plataformas ofrecen una "validación social", donde la cantidad de "likes" y comentarios puede influir en su autoestima y en su percepción de la realidad.
La ciber vida y la vida real están interconectadas de forma compleja. Por ejemplo, un conflicto ocurrido en línea puede trasladarse al ámbito físico y viceversa, afectando las relaciones interpersonales del adolescente en su entorno escolar y familiar. Por ello, es vital que los padres y educadores comprendan el entorno digital en el que los adolescentes se desenvuelven. Esta comprensión les permitirá identificar comportamientos de riesgo y, en consecuencia, intervenir de manera adecuada cuando sea necesario. Con un enfoque informado, se puede fomentar una experiencia digital más segura y positiva para los jóvenes, abriendo espacios para el diálogo y la educación en el uso responsable de la tecnología.
Una primera manera de sumergirnos en este tema es preguntarnos sobre cuáles son los hábitos digitales de nuestros hijos: si les gusta ver videos más que hacerlos, si son habitúes de un juego mas que otro, si hacen música, etc. Si no sabemos cuáles son esas aplicaciones o esos juegos que utilizan, nos tocará comenzar con una investigación de esos sitios web, aplicaciones y juegos. Los recursos en línea, como reseñas de aplicaciones y sitios web, pueden resultar sumamente útiles para entender mejor el contenido y la seguridad que ofrecen; Blogs de padres sobre el tema y consultar a otros padres a ver si sus hijos también lo consumen, cuánto tiempo y cuáles son sus maneras de regularlos.
No hay que tener miedo a hablar de este tema con nuestros hijos: tenemos que iniciar el diálogo sobre el uso de las tecnologías, a través de conversaciones abiertas y transparentes. Los padres debemos asegurarnos de que nuestros hijos se sientan cómodos compartiendo sus experiencias digitales sin miedo a represalias o a sentirse invadidos. Puede resultar beneficioso preguntar sobre las aplicaciones que les gustan y por qué, permitiendo que ellos expresen sus intereses con libertad. Esta técnica no solo brinda información, sino que también demuestra nuestro interés genuino sobre la vida digital de nuestros hijos. De la misma manera y con la misma claridad, deberíamos poder expresarle nuestra preocupación por los riesgos existentes, como el acoso cibernético o la exposición a contenido inapropiado. Estas conversaciones puede ayudar a los adolescentes a comprender la gravedad de estos temas, que puede pasarles a ellos en cualquier momento y que como padres estaremos allí desde el momento cero. Siempre dejarles en claro que estaremos para ellos es la mejor manera de construir un vínculo sano y les permitirá salir a explorar el mundo con otra seguridad.
En el marco de estas conversaciones abiertas, el punto es poder dejarles en claro que el objetivo no es controlar, sino educar. Al fomentar un ambiente donde la comunicación sobre el uso de la tecnología sea habitual, como padres podremos ayudar a nuestros hijos a navegar por el mundo digital de manera segura y responsable (de paso, aprendemos nosotros también a cuidarnos a nosotros mismos en nuestro uso personal de internet).
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Consejos para la comunicación efectiva entre padres e hijos.
Para establecer un diálogo eficaz, es fundamental practicar técnicas de comunicación asertiva: expresar los pensamientos y preocupaciones de manera clara y respetuosa, que permita a los adolescentes sentirse valorados y comprendidos. Sobre todo, al hablar de este tema, como padres debemos evitar el tono de reprimenda y optar por uno que invite a la reflexión y la discusión, ya que lo que deseamos es que ellos reconozcan las señales de peligro y eviten caer en las trampas. Es crucial que los padres escuchemos activamente a nuestros hijos: esto refuerza la confianza y ayuda a los adolescentes a sentirse cómodos al compartir sus experiencias digitales.
Tenemos que prestar atención a las palabras y a las emociones de nuestros hijos, mostrando empatía y comprensión. Por ejemplo, en lugar de preguntar simplemente "¿qué hiciste hoy en línea?", los padres podrían preguntar "¿encontraste algo interesante o sorprendente en línea últimamente?". Esta formulación abre la puerta a conversaciones más profundas y significativas, y crea un ambiente más ameno donde los adolescentes se sientan seguros compartiendo sus preocupaciones.
Temas como las redes sociales, experiencias de ciberacoso, o la privacidad en línea pueden ser discutidos con claridad y sin prejuicios, pero siempre haciendo sentir seguridad a nuestros hijos que pueden confiar en nosotros y contarnos lo que sea. Podemos preguntarles "¿cómo manejaste esa situación en línea?" o "¿hay algo que te preocupe sobre lo que ves en las redes sociales?" son ejemplos de cómo iniciar conversaciones relevantes y constructivas.
Promoviendo hábitos digitales saludables.
En la era digital, es fundamental que tanto padres como adolescentes trabajen juntos para establecer hábitos digitales saludables. La conexión constante a dispositivos electrónicos puede llevar a un consumo excesivo de tiempo en línea, lo que a su vez puede afectar negativamente el bienestar emocional y social de los jóvenes. Por lo tanto, es esencial implementar estrategias efectivas que promuevan un uso equilibrado de la tecnología. Una de las primeras medidas que se pueden adoptar es establecer límites y horarios específicos para el uso de dispositivos. Esto no solo ayuda a los adolescentes a gestionar su tiempo de manera eficiente, sino que también les enseña a ser responsables, y a diferenciar entre el tiempo de ocio y el tiempo dedicado a otras actividades.
Además de las restricciones, es crucial fomentar actividades fuera de línea que enriquezcan la vida familiar y personal. Las familias pueden considerar la posibilidad de organizar noches de juegos, salidas al aire libre o incluso desafíos de lectura. Estas actividades no solo ofrecen un espacio para fortalecer los lazos familiares, sino que también proporcionan a los jóvenes la oportunidad de desconectarse y interactuar en un entorno más saludable y dinámico. De manera individual, podría ser aprender a tocar un instrumento, un deporte o actividad artística que sea de su preferencia.
Recordemos que la adolescencia es una etapa en la que los jóvenes buscan cierta independencia y autonomía pero aún necesitan límites, contención y atención, y por supuesto, como cualquier hijo (de cualquier edad), necesitan mucho amor de sus papás. No debemos descuidar ese detalle en sus vidas.