LA VENTANA A LA PLAZA

La mirada que tenemos también es ejemplo para nuestros hijos. Nuestros miedos se transforman en limitaciones y tenemos que ser conscientes de lo que en ese sentido le transmitimos. Disfrutar la vida tiene muchos sentidos ¿cómo se lo enseñamos a ellos?

MAPATERNIDAD+

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opened window showing outdoor lounger and pink flowers with mountain background
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Me tocó conocer una ciudad nueva en la que encontré, frente a la plaza principal, una clínica privada cuyas grandes ventanas de las habitaciones daban una hermosa vista de la plaza. Los pacientes allí internados tenían una vista privilegiada: no solo la naturaleza, sino los eventos, la gente caminar, los niños jugar...

Inevitablemente mi primer pensamiento fue "pobre gente... nosotros acá disfrutando de la plaza y ellos ahí, mirando..." Y dentro de mi propia reflexión, me quedó dando vueltas: ¿es una bendición o un trago amargo tener las ventanas al mundo? Porque ambas reflexiones encontraban para mi un sentido lógico. Por un lado, la vista positiva de tener la vista de la plaza podría funcionar como motivación para sanar, para que te den ganas de estar en la plaza y no verla de lejos, para que todos los días nos esforcemos un poquito más para estar mejor, superarnos y salir adelante. Por otro lado, la vista negativa, la que puede tener la gente que sabe que no va a poder salir en mucho tiempo de esa habitación de hospital, que puede dar un ataque de nostalgia, frustración, resentimiento, o incluso tristeza por lo que ven y desean, y no pueden tener.

La ventana con vista a la plaza me hizo dar cuenta que todos tenemos una ventana así al mundo, en la que nos funciona de ambas formas -positiva y negativa-, depende como la tomemos. Muchas veces la ventana está en nuestras manos, en nuestros teléfonos celulares a través de las redes sociales, en donde -para colmo- muchas de las imágenes que vemos no son sinceras, con sonrisas deshonestas, tienen "filtros" para mostrar un mundo más bonito, pero que en realidad no es.

Y como adultos, muchas veces nos vemos afectado por la vista negativa a la plaza. Cuando el dinero no me alcanza para llegar a la plaza, cuando la salud no me ayuda para disfrutar la plaza, cuando esperamos a que todas las condiciones sean óptimas para disfrutar la plaza y en eso se nos va la vida, y perdiendo el preciado tiempo que tenemos disponible. Alguna vez escuché a un médico oncólogo decir que la gente que tiene más en claro su fecha de "vuelo final" disfruta más plenamente la vida, y me quedó resonando que el resto damos el tiempo por sentado. Equivocadamente.

Y como padres, nuestros hijos aprenden del ejemplo que le damos. Si miramos por una ventana de manera negativa, nuestros hijos crecerán creyendo que la imagen siempre es reprochable, siempre hay un lado malo que arruina todo, siempre nos falta "diez para el peso". Y la infancia de nuestros hijos se empieza a ensombrecer con esta mirada fatalista. Los miedos crecen, convirtiéndose en limitaciones, más propias -internas- que ajenas.

¿Y si probamos decirle a nuestros hijos "salgamos a disfrutar la vida" en lugar de decir "salgamos a pasear... comer un helado...comprar ropa...la plaza"? Regalemos a nuestros hijos la oportunidad de ver por la ventana con una mirada positiva, que la plaza se disfruta de muchas maneras, no solo de la que deseamos y no tenemos. La vida tiene sus claroscuros, pero de eso nos hablaba Viktor Frankl, sobre la decisión personal de afrontar la vida, en ejercicio pleno y absoluto de la libertad personal.

No es un anhelo, ni una aspiración, ni una expresión de deseo. Es una recomendación práctica: modifiquemos el ejemplo que le damos a nuestros hijos, para que nuestra negatividad no sea una limitante. No nos olvidamos que la ventana está en la habitación de un hospital, que somos pacientes, pero enfocarnos en la vista, en lo que se puede obtener una vez que salimos de allí, es la manera renovada de pensar y ejemplificar a nuestros hijos.

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos