La sabiduría de mamá
Entendemos muchas de las enseñanza de nuestros padres cuando la vida nos pone en esos zapatos a la hora de decidir. Y cuando perdemos ese contacto con la raíz de nuestra vida, se convierte en un peso difícil de llevar. Horacio nos trae luz en esta reflexión profunda.
MAPATERNIDAD+
Lic Horacio Colombo
5/19/20253 min read


Es otoño. Desde el ventanal mayor de mi hogar puedo ver el enorme Acer Palmatun que bordea la entrada a la casa. Sus hojas de color verde, naranja, amarillo y rojo, hace días comenzaron a ejecutar la sinfonía de los ocres. Anuncian el cercano arribo del invierno. Época del ciclo donde todo “se guarda”, se repliega para luego estallar en primavera. En la naturaleza y por lo tanto en la vida, todo tiene un tiempo…un ciclo. La familia no escapa a esa inexorable transformación que bien comprendida es maravillosa.
Experimentamos las mismas experiencias emocionales que vivieron nuestros padres, abuelos, a su vez los suyos y aquellos que le dieron vida a la línea familiar ascendente. Lo experimentarán también quienes de nosotros desciendan. El ciclo familiar es circular, no lineal. Solo que no capitalizamos la sabiduría de nuestros mayores hasta que el paso del tiempo nos ubique quizás, en las mismas experiencias que ellos vivieron y le restamos importancia para luego rendirnos a su experiencia. Pero una misma savia nutre y alimenta el tronco familiar y sus ramas.
El otoño es tiempo de reflexión y de cosecha en el ciclo de vida familiar, donde los responsables mayores de los hijos, contemplamos el éxito o fracaso alcanzado en proporción al tiempo que le hemos dedicado para su formación. Como padres jóvenes, durante su educación, solemos sentirnos alcanzados por la vorágine de conseguir el sustento familiar sin procurarnos tener la posibilidad de dedicarles la atención que necesitan. El afán por la consolidación de un estatus social ascendente, el alcance de metas meramente materiales sin el debido cimiento en valores y principios suele arrinconarnos en un callejón cada vez más estrecho dónde se hace difícil encontrar la salida. El cénit veraniego del ciclo familiar suele encontrarnos sin haber tomado los recaudos necesarios para tanta temperatura sofocante y agotadora. Entonces se lesiona la vida matrimonial y la del grupo familiar que sufre el colapso de correr tanto, para después sentirnos insatisfechos y buscar algún otro objetivo que al final, no nos satisface.
Ningún cambio para bien puede producirse en la familia, si los responsables de conducirla no sienten la necesidad de hacerlo dejando de lado la propia mezquindad y contemplar el desarrollo armónico a través del tiempo, que involucra al grupo familiar. Entonces nos damos cuenta de que los hijos crecieron y hacen uso de la libertad que les pertenece. Y ahí entendemos la sabiduría de nuestros padres en el ciclo otoñal de la familia. Quizás atravesaron las mismas experiencias, y es posible que en esos momentos nos brote una lágrima de nostalgia por haber (y a veces, no haber) sabido escucharlos oportunamente.
Algo más de 500 palabras tienen la primera parte de éste artículo, en las cuales intenté apenas un bosquejo de la sabiduría de mamá, en el otoño del ciclo familiar. Sin embargo, otra madre sintetizó de manera formidable la sustancia reflexiva de sus años, rumbo al invierno de la vida, con tan solo 116.
A los 4 años: ‘¡Mi mamá puede hacer cualquier cosa!’
A los 8 años: ‘¡Mi mamá sabe mucho! ¡Muchísmo!’
A los 12 años: ‘Mi mamá realmente no lo sabe todo…’
A los 14 años: ‘Naturalmente, mi madre no tiene ni idea sobre esto’
A los 16 años: ‘¿Mi madre? ¡Pero qué sabrá ella! “’
A los 18 años: ‘¿Esa vieja? ¡Pero si se crió con los dinosaurios!’
A los 25 años: ‘Bueno, puede que mamá sepa algo del tema…’
A los 35 años: ‘Antes de decidir, me gustaría saber la opinión de mamá.’
A los 45 años: ‘Seguro que mi madre me puede orientar’.
A los 55 años: ‘Qué hubiera hecho mamá en en mi lugar?’
A los 65 años: ‘¡Ojalá pudiera hablar de esto con mi mamá!’
Lic Horacio Colombo (UA). Licenciado en Ciencias para la Familia
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