LA LARGA SOGA AL CUELLO

La trágica pérdida de este ícono musical juvenil nos permite reflexionar sobre la larga soga que le damos a nuestros hijos, y cuando esa misma soga es la que aprieta sus vidas, entre los excesos y las "libertades" que no pueden comprender.

FAMILIA+

10/18/20243 min read

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Incluso si antes no sabías quién era Liam Payne, hoy, tras su trágica muerte, todos conocemos su historia. Lo que como padres nos golpea profundamente es que era un joven cuya "libertad" lo llevó a lugares oscuros de los que, lamentablemente, no pudo escapar.

Es necesario filtrar entre el sensacionalismo y la información relevante, pero cada minuto que pasa revela más detalles sobre la vida que llevó Liam: una existencia marcada por excesos, la fama, un entorno complaciente lleno de placeres, relaciones que no supo discernir entre auténticas y ficticias, descontrol y un progresivo distanciamiento de sus seres queridos.

Escribo estas líneas porque esto no es algo que sucedió por azar a un cantante inglés: les ocurre a muchos jóvenes a nuestro alrededor, quienes buscan refugio en experiencias placenteras para evadir las dificultades de la vida. Y como siempre, esto debería impulsarnos, como adultos, a una profunda reflexión (aunque a menudo la evitemos). Debemos cuestionarnos en qué hemos fallado. ¿Qué no hemos sabido transmitir a la siguiente generación que, cada vez más, encuentra escape en diversiones nocivas? Drogas de diseño, combinaciones peligrosas con alcohol, relaciones sexuales sin control, y cualquier otra actividad de riesgo que los estimula en su búsqueda por "ser salvajes".

No podemos ser tan ingenuos como para decir que esto es solo cosa de jóvenes y que, con la madurez, se les pasará. Eso sería ignorar un claro llamado de atención. Desde la pubertad (11-12 años) hasta la juventud adulta (20-25 años), nuestros chicos tienen una curiosidad natural que los empuja a explorar el mundo, a descubrir sus matices. Y es nuestro deber como adultos guiarlos y protegerlos de los peligros que no siempre ven venir. Sin embargo, enfrentamos un desafío que es en gran parte mental, uno que aún no hemos aprendido a descifrar por completo.

¿Cómo afecta la presión del mundo digital a la mente de nuestros jóvenes? En las redes sociales, aunque ellos mismos saben que deben mostrar su mejor cara, la imagen perfeccionada de los demás les genera una presión constante: más popularidad, más seguidores, más reproducciones, más fans. Y si logran alcanzar esa cima, mantener el equilibrio en medio de tanta atención se vuelve una tarea difícil.

Más fiestas, más alcohol, más sexo, más drogas... el círculo es vicioso. Cada vez necesitan más para obtener el mismo efecto, mientras que otras áreas vitales comienzan a menguar: menos diálogo con sus seres queridos, menos pedir consejo, menos actividades constructivas, menos ejercicio y contacto con la naturaleza, menos interacción humana de calidad.

Es urgente que como adultos asumamos nuestra responsabilidad en la formación y el cuidado de las jóvenes generaciones. No podemos ignorar los desafíos que enfrentan ni minimizar los riesgos a los que están expuestos. La búsqueda de identidad y pertenencia en un mundo lleno de excesos no es un simple "paso" de la juventud. Es una lucha por encontrar un sentido en medio de una realidad que, a menudo, les ofrece más atajos que caminos seguros.

Nuestra tarea no es controlarlos, sino guiarlos, ofrecerles herramientas para manejar las presiones, y estar presentes, tanto en los momentos difíciles como en los triunfos. Debemos ser el ancla que los mantenga firmes cuando las corrientes del mundo los arrastren hacia lugares oscuros. Inculcarles la importancia del autocuidado, del respeto por su cuerpo y su mente, y mostrarles que hay un equilibrio entre disfrutar la vida y cuidarse.

Al final, no podemos salvar a nuestros jóvenes de cada error, pero sí podemos ofrecerles un refugio seguro, un ejemplo coherente y un diálogo constante para que sepan que no están solos. La verdadera libertad no radica en entregarse a los excesos, sino en aprender a decir "no" cuando es necesario, y en encontrar felicidad en lo que verdaderamente nutre el alma.

La reflexión no puede esperar. Estamos frente a un reto generacional, y el momento de actuar es ahora. Por el bien de nuestros jóvenes, y por el futuro que les estamos ayudando a construir.

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos