La importancia de estar conectados
"Estar" no es lo mismo que "estar presente" y nuestros hijos viven en una era de la hiperconectividad y poco contacto humano. Ese mismo que aprendemos en casa, desde la familia, donde está esa mirada y ese abrazo que nunca deja de ser amor. Reflexionemos cómo nos desconectamos de nosotros mismos
FAMILIA+
Horacio Colombo
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El potente avance de internet junto al sorprendente crecimiento de la tecnología digital, no solo nos invita a estar “conectados”, sino que lo torna necesario e indispensable. Los códigos binarios se hicieron cargo de su aplicación para dar a luz la ventaja de lo electrónico, e internet puso lo suyo para convertirse en herramienta fundamental para comunicarnos, acceder a información y entretenernos. Constituyen el binomio perfecto para poner el mundo a nuestro alcance. Crecimiento continuo que convierte lo distante en cercano, utilizando herramientas fundamentales para permitirnos crecer y socializar de diferentes maneras. La conectividad es una necesidad básica que ha transformado nuestra forma de trabajar, educar y relacionarnos. Estar “conectados” a un respirador nos ayuda a prolongar la vida. También la conectividad nos permite realizar un negocio a miles de kilómetros de distancia o prevenirnos de algún peligro.
Estar conectados pone a nuestra disposición la elección del vínculo y tener acceso a lo que deseamos, ya sea objeto o sujeto. Sea bueno o no. Para construir o destruir, acercar o alejar, manifestar odio o amor, entretejer o desenlazar. Hoy nuestra vida transcurre con ayuda imprescindible de este servicio de comunicación. El mundo y el desarrollo social gira en torno a estar conectados.
Y estar “conectados” a la familia ¿para cuándo? Tal vez el día que llevemos un ramito de flores al cementerio lamentándonos no haber aprovechado la presencia en vida de quién vamos a visitar. Cuando veamos el lugar vacío en la mesa de ese familiar que por polémico, lo ignorábamos ¿Ahí será un buen cuándo? Cuándo nos arrepintamos de no haberle dedicado más tiempo a nuestros hijos; no haberles inculcado valores que el tiempo y la modernidad no oxidan; enseñarles a distanciarse de aquello que es ajeno a la familia Cuándo estén en problemas, ¿será un buen cuándo? Que la “conexión” familiar nos encuentre despiertos y expectantes para el reencuentro. ¡No para darle oportunidad a la desarmonía, descubriendo que ya es tarde!
Desconcierta esta actualidad de tanto chip y plaqueta electrónica que no tiene en cuenta el poder más que cibernético, de la familia. En la actualidad, es preocupante la etapa adolescente sin expectativas de bien (salvo escasas excepciones) sumergidos en el mundo de la pantalla. No estar conectado con la familia significa para ellos, tener una relación de poco, o ningún interés de participación. Sin embargo, ésta aparente indiferencia resulta ser un silencioso reclamo a gritos inaudibles solicitando apoyo y calidez por parte del grupo familiar. Los responsables de familia debemos internalizar que, sin vinculo de amor en acción, no existe capacidad de resiliencia alguna. El anhelo adolescente echa raíz en ese concepto.
El corazón de cada integrante de la familia está inalámbricamente conectado al WI-FI del amor incondicional. Su velocidad de acceso es inmediata y sin condicionamiento. El apoyo emocional en la constitución del hogar llega al rincón más alejado del mismo e invalida la necesidad de cerrar la puerta del cuarto juvenil. En la comunicación “de corazón a corazón”, no hay nada que ocultar.
La conectividad familiar pule y exalta la autoestima, diluye el estrés, hace de la solidaridad y el trabajo en equipo una participación constante y, fundamentalmente, fomenta la creatividad para hacer del bien común una búsqueda permanente.
Horacio Colombo, Lic. en Ciencias para la Familia.
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