LA HERENCIA MARAVILLOSA
Entre las mejores cosas que podemos dejarle a nuestros hijos, es el poder de la PALABRA. La palabra bien utilizada, bien aprendida, que refleje realmente nuestros pensamientos y sentimientos, la llave al dialogo. Horacio nos ayuda, con sus recuerdos, a valorar el poder de lo que decimos.
FAMILIA+
Horacio Colombo
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La mejor herencia que recibí de mí amada madre fue la calidad y calidez humana para vivir el AMOR y un puñado de libros. Su interés por ellos me permitió detectar la necesidad de construir mediante la lectura, el gimnasio ideal para fortalecer el alma. Aún la recuerdo, sentada junto a la máquina de lavar (hoy obsoleta) esperando que finalice el ciclo de lavado, siempre con un libro en sus manos. En ese montón de volúmenes teñidos por el tiempo, destaco dos verdaderos maestros silenciosos que fueron tallando mi interés por descubrir que era lo que realmente me querían contar las palabras, a incorporarlas, a permitirles darse a conocer para no quedar desguarnecido por falta de preparación en los saberes cotidianos. Fueron dos tomos del diccionario de lengua castellana. La puerta de ingreso al auténtico significado de las palabras que oía y/o leía.
El diccionario es un amigo que aprendí a querer, valorar y respetar, alguien a quien acudir en cualquier momento para saber cómo recorrer sin tropiezos el mundo de las palabras. Maravilloso tutor que hizo aparecer un mundo de significados que me ayudo a forjar la educación familiar. "Buscalo en el diccionario" decía mi madre cuándo se me complicaba entender una palabra. "Buscalo en el diccionario" comencé a decir luego en mi familia, cuándo alguien del grupo, desconocía el significado. ¡Qué verdadero auxilio resultó ser el diccionario en mi vida! De cuántos naufragios verbales me rescató y continúa haciéndolo.
Su enseñanza fue el verdadero mojón que me permitió darle uso correcto a las palabras que luego debían convertirse en el accionar preciso para encarar el compromiso social que estaba formando en el grupo familiar. Es importante para el crecimiento sano de cualquier organización seria saber qué se dice y cómo transmitirlo. Ante todo, en la familia para aquilatar la capacidad formadora, como mamá y papá responsables.
En cierta ocasión, fui convocado para presidir un encuentro con jóvenes universitarios. El motivo era determinar cómo influía la pasión en la búsqueda del sentido espiritual. La concurrencia iba a ser analítica debido a su formación académica, la cual no admitía conceptos superficiales. Suele suceder que por ausencia de conocimiento, no siempre le damos a la elección de alguna palabra el significado real de aquello que sentimos o expresamos emocionalmente .
Toda persona en algún momento siente necesidad de dar sentido a su vida y frente a este planteo aparece la pasión por algo, sea objeto, sujeto o actividad. Esta palabra (pasión), cuenta con un estímulo de aceptación importante pero falaz (1). Acudí a mi mentor de papel para dar valor exacto a esta palabra. Luego de las primeras acepciones, emergió una de ellas que me resultó reveladora y novedosa por la abundante aplicación que se le suele dar sin desglosar su contenido: Deseos desordenados.
El encuentro se desarrolló con interés del auditorio, “sin pasión y en orden” manifestando conformidad al finalizar la reunión. Desde el razonamiento filosófico griego del desordenado caos, hasta arribar al ordenamiento que desembocó en la armonía espiritual del cosmos, la vida necesita orden para su normal desarrollo. El mismo que fue necesario alfabéticamente para arribar a la definición de la palabra que necesitaba entender para desarrollar el encuentro con el público universitario.
La familia no solo necesita manejar con pericia el diccionario para acertar con sus definiciones, sino también ser ella misma el volumen cargado de sabiduría exacta para estimular el conocimiento adecuado que le permita transitar sin sobresaltos el andar cotidiano. ¿Es descabellado pensar en la necesidad de orden (2) para las tareas hogareñas, escolares o de trabajo y/o estudio? En la mesa ¿se come primero el postre y luego tomamos la sopa? o ¿nos ponemos un saco y arriba la camisa?.
De lo infinitesimal hasta lo infinito, todo necesita ORDEN, no pasión. Otra de las acepciones de la palabra pasión es sufrimiento. Quizás el vocablo adecuado para sustituirla es entusiasmo. Al descubrir su etimología, no podemos menos que sorprendernos dado que deriva de endón, (dentro) y Teos (Dios). Una persona entusiasta es aquella que tiene a Dios dentro de sí. Por lo tanto, entusiasta es la unidad lingüística exacta para definir el accionar de la familia responsable.
Hoy, el avasallante avance de la informática digital nos da la posibilidad de tocar una tecla y encontrarnos al instante con el significado de una palabra. Ya no hace falta el encuentro con la hoja de papel para saber que estamos diciendo y de qué manera lo comunicamos. Pero sí es necesario aprender en la familia a expresarnos con la autoridad que da la palabra exacta.
(1)Dicc. falaz:que halaga y atrae con falsas apariencias.
(2)Dicc. orden: colocar las cosas en el lugar que les corresponden, Buena disposición de las cosas entre sí.
Lic Horacio Colombo (UA). Licenciado en ciencias para la familia
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