Es tiempo de reencuentro
Cuando la familia es cuna de valores como la SOLIDARIDAD, TRABAJO EN EQUIPO, AYUDAR A LOS NECESITADOS, CARIDAD, COMPROMISO SOCIAL logramos que nuestra sociedad se mejor. A veces somos muy personalistas, pero las catástrofes nos demuestran el verdadero don humano de ser sociables para salvarnos todos.
FAMILIA+
Horacio Colombo
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Cuentan que dos personas importantes pero desconocidas entre sí, necesitaban reunirse para concretar un negocio. Se comunicaron telefónicamente para acordar la cita. Decidieron para reconocerse, que uno llevaría una corbata roja y el otro una azul. El día y hora establecidos los encontró a los dos en la esquina elegida, aguardando el encuentro. Ninguno de ellos llevaba corbata como habían pactado. Después de una considerada espera ambos se marcharon. No se habían puesto corbata porque cada uno de ellos quería ver cómo era el otro antes de comenzar a dialogar. Hubo un desencuentro mental previo al físico. Cada uno quería “medir” con el metro del juicio previo, como aparentaba ser era el otro, aún sin conocerlo.
Nuestro país vive una escalada atemorizante de desencuentros a todo nivel; social, político, familiar y hasta con nosotros mismos. Todos desconfiamos de todo, hemos hecho de la desconfianza y por consiguiente el desencuentro, una constante. Solo nos convoca el beneficio propio aún a expensas de aniquilar al semejante. No tenemos en cuenta los altos costos que genera negarnos a compartir potencialidades.
Contrasta la solidaridad de la gente ante el desastre ocurrido en Bahía Blanca con los violentos reclamos políticos sucedidos en nuestra capital. Todo conduce a descubrir que, ante el dolor genuino, ausente de reclamo exigente, ni protesta, el alma se moviliza sin esperar nada a cambio. Tan solo encontrarse para hacer de la unidad algo tangible. Encontrarse con la idea de sacar ventaja, desestabiliza la balanza del equilibrio. Cortar la torta y permitir a la otra parte elegir la porción, es lo único capaz de hacer perdurable el acuerdo.
¿Qué hace falta realmente para evitar tanto desencuentro? La respuesta es la conciencia de familia, por ser la fuente inagotable de energía que nutre un corazón firme con flexibilidad suficiente para propiciar cualquier tipo de encuentro. Una proximidad armónica entre los componentes del grupo familiar. Proximidad armónica por la que trabajan en todo momento para luego expandirla al mundo y consolidar cualquier buen propósito. Desbaratar lo que propicia el desencuentro no es tarea para llevar a cabo por gente extraordinaria. Es simplemente ceder al potencial latente que todos poseemos y que la familia fomenta para darle cuerpo.
Por supuesto que el relato de inicio finaliza con el “encuentro” de las dos personas las cuales acordaron realizarlo llevando o no, corbata. El resultado del negocio fue exitoso, con el condimento de no tener ambos ningún prejuicio.
Ayuda a la noble tarea de encontrarnos las palabras del maravilloso juglar, Facundo Cabral: “Si la gente supiera que buen negocio es ser bueno, sería buena, aunque fuera por negocio”.
Horacio Colombo. Lic. en Ciencias para la Familia (UA)
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