EMOCIONES: ENSEÑANZA Y EJEMPLO
Uno de los desafíos "modernos" de la mapaternidad consciente. ¿Cómo saber qué es lo adecuado cuando nosotros nunca hemos tenido educación emocional? ¿Qué camino seguir? Dudas e incógnitas, en el desafío de ser los mejores padres y madres posibles
MAPATERNIDAD+
3 min read


Ejercer una mapaternidad responsable no es sencillo y muchas veces no sabemos qué es lo que implica realmente. Son muchas las cosas que les tenemos que enseñar a nuestros hijos: normas de convivencia, normas de cortesía -por favor y gracias-, lo que a nuestro criterio está bien y lo que está mal, y en definitiva todo lo necesario -y básico- para que pueda ser un ser humano que se adapte al mundo vertiginoso en el que vivimos.
Creo que uno de los desafíos más grandes que tenemos como padres en esta era, es la de enseñar cosas que a nosotros no nos han enseñado, cosas que ahora en nuestra adultez reconocemos que tenemos espacios para ellos, y que tratamos de pensar en lo que puede ser mejor, aunque no tenemos experiencia en ello. Hablo de las emociones, de cómo hablamos de lo que sentimos: mi generación de adultos (los +35) no ha sido formalmente educada en la educación emocional que hoy en día llamamos y avalamos. Hoy en día, ya adultos, reconocemos que merecemos un lugar para expresar de manera saludable todo lo que sentimos.
Pero el nuevo desafío está en guiar por un camino del que apenas tenemos algunos pasitos por delante a quienes queremos que sean mejores humanos que nosotros mismos. ¿Cómo saber si hacemos lo correcto? ¿Cuál teoría de crianza de las miles que hay es la correcta? Y una vez más, la calma y conectar con nuestra verdadera naturaleza nos va a dar la respuesta. Y no me refiero a ir a un bosque a meditar (aunque si eso te ayuda...), sino en que nos enfoquemos en el momento, en la reacciones de nuestros hijos y de nosotros mismos, tomarnos las pausas necesarias para entendernos, para conocernos, para tenernos paciencia y empatía e ir formando, entre todos, la armonía del hogar.
Pensémoslo un instante... Si yo tengo poca tolerancia a la frustración y me enojo con facilidad, ¿cómo le enseño a mi hijo a que no se hunda en su frustración y lo intente una vez más? ¿Cómo me acerco a mi hijo cuando está enojado, para hacerle saber que estoy ahí para él? Si no soy hoy el mejor ejemplo a seguir, porque no soy capaz de dominar mis emociones, seré entonces el ejemplo que no dejo de buscar la manera más saludable para expresarlos.
Si pegar en la pared dibujos de caritas que representaban las emociones para que mis hijos pudieran empezar a reconocerla y de ahí elaborar cuál es la mejor manera de lidiar con esa emoción sirve, tal vez como adulto me sirve a mi también. Entre los beneficios que trae esta técnica pictórica, permite un mejor desarrollo del procesamiento emocional visual, un componente clave para reconocer señales sociales, tanto en sí mismo como en los demás, lo que favorecerá también a la empatía, la tolerancia, saber dar un espacio al otro si lo necesita... en definitiva, a mantener la armonía en la relación familiar.
Empezar a reconocer cuales son las emociones que sentimos nos permite desarrollar estrategias de autorregulación emocional, tanto a los niños como a los adultos. Al poder identificarla, lo que sigue es gestionar la emoción y las imágenes en ese sentido colaboran a que podamos poner en palabras aquello que sentimos. Nos ayuda a ser más conscientes de la situación y de lo que necesitamos para sentirnos mejor.
Quizás nos toque aprender a todos juntos. Quizás a veces les mostremos a nuestros hijos que nosotros no sabemos siempre cómo lidiar con nuestros sentimientos (eso también será un ejemplo). Pero no que no tenemos que dejar de hacerles ver es que lo intentamos, intentamos ser cada día mejores personas y mejores padres, porque se lo merecen. Enseñarles que tenemos un lado vulnerable es lo más realista que podemos hacer.
¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos