Elegir el mejor camino

Nuestros hijos son nuestro reflejo: ellos actuarán conforme los valores que le impregnamos. Que sean adultos de bien tiene sus raíces en la buena educación familiar. Reflexionemos juntos sobre los valores que le transmitimos y cómo los cuidamos

MAPATERNIDAD+

Horacio Colombo

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2 boys sitting on blue and brown wooden boat during daytime
2 boys sitting on blue and brown wooden boat during daytime

El miasma mental de educar a los hijos sin valores morales, principios y virtudes pretende ocultar el camino correcto hacia el nuevo paradigma, que tiene como norte el Bien Común. La ultrajante enseñanza propinada a los niños, carente de respeto por la propiedad ajena y buenos modales de convivencia, enloda el futuro de los menores y sus mayores, responsables de educarlos.

Días pasados, preparando un trabajo acerca de habilidades sociales en la familia, se me presentó un marcado vaivén de emociones encontradas. Se hizo viral en los medios un video de una persona adulta comprando en un comercio junto a un menor (presumiblemente, su hijo). La escaza estatura del pequeño y la altura del mostrador impedían a la comerciante ver lo que acontecía. Mientras distraía a la vendedora, el adulto le entregaba al niño algo que había sustraído de la exposición indicándole que se marchara rápido.

¿Picardía? ¡¡¡De ninguna manera!!!

Flagrante patología moral, con irresponsable y malicioso contaminante al menor, sin medir las consecuencias. Ceguera de buen futuro. Mal pronóstico como didáctica para comenzar a enfrentar la vida. Paradójicamente, lo robado era producto de un emprendimiento realizado por uno de los hijos de la comerciante. Un menor también de tan solo 14 años, pero con un ejemplo diferente de vida.

Extremos opuestos de enseñanza. Uno, pleno de claridad para transitar el buen camino de la vida, y el otro, viciado de obscuridad, con pronóstico nefasto por su capacidad de daño. Ser padres custodios de una enseñanza ejemplar en valores es augurio de éxito para diseñar y construir un futuro armonioso en la familia. Genera buena salud emocional, moral y el fundamento para una sociedad mejor. Educar en valores humanos a los niños catapulta a sus mayores responsables hacia el podio de una victoriosa misión cumplida. Honestidad, solidaridad, respeto y tantos otros ingredientes de responsabilidad constituyen la sustancia que da cimiento a una sociedad capaz de resistir cualquier tormenta.

La preocupación por la buena educación desde la niñez, resiliente de nuestra esencia, ha sido tema a resolver en todos los estamentos. Desde el hombre común hasta los referentes del arte. Uno de cuyos máximos exponentes ha sido el virtuoso violonchelista Pablo Casals, quien lo expresara de la siguiente manera:

“Cada segundo que vivimos es un momento nuevo y único del universo, un momento que jamás volverá… Y ¿Qué es lo que enseñamos a nuestros hijos? Pues, les enseñamos que dos y dos son cuatro, que París es la capital de Francia. ¿Cuándo les enseñaremos, además, lo que son? A cada uno de ellos deberíamos decirle: ¿Sabes lo que eres? Eres una maravilla. Eres único. Nunca antes ha habido ningún otro niño como tú. Con tus piernas, con tus brazos, con la habilidad de tus dedos, con tu manera de moverte. Quizá llegues a ser un Shakespeare, un Miguel Ángel, un Beethoven. Tienes todas las capacidades. Sí, eres una maravilla. Y cuando crezcas, ¿serás capaz de hacer daño a otro que sea, como tú, una maravilla?” (Chocolate caliente para el Alma, pág. 131).

Cuando encuentro buenas conductas infantiles o de las otras, no creo que sean el resultado “cosas de Chicos”. Tengo la certeza que son consecuentes de la enseñanza de sus grandes.

Horacio Colombo, licenciado en Ciencias para la Familia (UA).

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos