EL FIN DEL MATRIMONIO (pero la continuidad de la familia)
Cuando una pareja ya tiene la decisión tomada y no hay vuelta atrás, hay que respetar ese deseo. Pero cuando hay hijos de por medio, el desafío es mantener la armonía familiar pese al fin del matrimonio. Es posible? Si. Es sencillo? Habrá que descubrirlo
COSAS DE PAREJA
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Las parejas que tienen hijos, que ya tengan tomada con firmeza la decisión de no seguir estando juntos, tienen en la orientación familiar una herramienta de alto valor que las ayude a poder transitar este proceso de la manera más pacífica y saludable que se pueda dar. Porque el matrimonio se puede disolver, pero lo que no se disuelve nunca será la FAMILIA: su principal característica es que la familia es SEMPITERNA (que tiene principio, pero no tiene fin). Claro que no va a ser un pasaje indoloro, porque la vida de todos va a modificarse a partir de este momento, pero la manera en la que nos vayamos amoldando, hablándonos y apoyándonos mutuamente va a marcar la diferencia.
Hay elementos precisos en los que un orientador familiar puede asistirlos para transitar este momento de la mejor manera, que marcará la diferencia entre la formación de un trauma vital o un proceso de sanación y ordenamiento de vida. Les cuento cuales son:
1- La orientación familiar ayudará a mejorar la COMUNICACION entre los miembros de la pareja, lo cual es crucial para gestionar una separación de manera saludable. Los terapeutas pueden proporcionar técnicas para que las parejas se comuniquen de forma constructiva y respetuosa, minimizando el conflicto. La primer pauta básica de este proceso es que los adultos no peleen frente a los niños, ya que eso puede marcarlos significativamente en cómo ellos llevaran adelante en su propia adultez las relaciones afectivas.
Una de las técnicas de comunicación más efectivas es la del uso de "yo" en lugar de "tú" en el inicio de las oraciones, para expresar sentimientos y pensamientos. Esto disminuye el uso de ataques, juzgamientos, criticas negativas y favorece una retroalimentación constructiva. Acoplado a esto, surgirá la escucha activa, una que no se centre en la respuesta opositora inmediata sino en la información recibida. Será tarea del orientador familiar la de establecer un entorno seguro para poder expresar sus sentimientos: que cada miembro de la familia se sienta seguro y cómodo expresando sus pensamientos y emociones, fomentando el respeto mutuo, estableciendo normas claras y precisas de participación (escuchar sin interrumpir, mantener un lenguaje respetuoso, y permitir que cada persona tenga su turno para hablar, no solo para las sesiones sino como patrón de comportamiento).
Si aún no han blanqueado la situación de la separación con sus hijos, planificar adecuadamente cómo va a ser esa conversación (dándoles la información apropiada a su edad, maduración y entendimiento, asegurándose que entiendan que no son responsables de la separación y que siempre serán amados, así como que contaran siempre con ambos padres). Esto ayudará a que los adultos se sientan fortalecidos y seguros frente a las respuestas de sus hijos, de manera que los puedan contener apropiadamente.
2- Estar siempre enfocados en el bienestar emocional de los hijos: los niños suelen ser muy afectados por la separación. Los adultos tenemos la obligación de validar las emociones de los niños, ayudándolos a sentir que sus emociones y opiniones son válidas, correctas, escuchadas y atendidas. Esto reduce la tensión, fomenta un diálogo más abierto sobre lo que están viviendo, y permite a los padres desarrollar estrategias para minimizar el impacto negativo. Hacerlos participes del proceso de sanación implicará darles herramientas para adaptarse a los cambios que vendrán. Una de las metas que debería ser prioridad para los padres es la de protección del espacio familiar: habrá ocasiones en las que los hijos necesitaran la presencia de ambos (por ejemplo, la celebración de un cumpleaños), y no puede ser un marco de discusiones, tienen que estar allí para ellos.
3- Planificación de la coparentalidad: ayudar a los padres a desarrollar un plan de coparentalidad que sea beneficioso para todos. Esto incluye días y horarios de custodia, estar pendientes de los estados generales de salud (vacunas, alergias, etc), decisiones sobre la educación (desde rutinas diarias hasta elecciones de escuelas apropiadas) y actividades extracurriculares, y cómo manejar las finanzas relacionadas con los hijos, para no alterar su estilo de vida. Un plan detallado ayuda a la pareja a poner siempre en prioridad el bienestar de los hijos, y no la comodidad o conveniencia de ellos mismos. Claro que todos estos planes deben contar con flexibilidad y revisión periódica, alternativas aceptadas por ambos lados, y planes de contingencias, para adaptarse a las necesidades cambiantes de los hijos y ajustarlos a cualquier aspecto que evidencie que no funciona.
No dejar este aspecto solamente librado a la cuestión judicial del divorcio mediante abogados, ya que hay muchos aspectos -sobre todos los emocionales- que no se tienen en cuenta en ese proceso (como por ejemplo que un hijo se sienta angustiado y quiera ver a su padre fuera del día que le toca, o que se enferme y quiera estar con su mamá). La planificación les permitirá reducir el estrés al gestionar la conflictividad que surja, abordar puntos de acuerdo con mayor facilidad y establecer compromisos sostenibles en el tiempo. Pero sobre todo, les seguirán mostrando a sus hijos que siguen siendo un equipo para ellos, juntos como mamá y papá.
En resumen, la orientación familiar puede ofrecer a las parejas una guía profesional que les ayude a navegar el proceso de separación de una manera que proteja el bienestar emocional de sus hijos y fomente una relación de coparentalidad saludable y efectiva. La salud psicológica y emocional de la familia es lo primordial, y dependerá de cómo nos tratemos entre nosotros.
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