EL DINERO POR SOBRE TODAS LAS COSAS

¿Dónde está el límite de hacer cosas por dinero? ¿Cómo nos damos cuenta que lo que vendemos es nuestra integridad, nuestros valores, nuestra humanidad? Debemos hablar con nuestras familias sobre estas cosas, no pueden pasar por el mundo sin hacernos reflexionar.

FAMILIA+

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Hay un mundo que mueve millones de dólares en todo el mundo, y puede que esté un poco oculto a nuestros ojos. Es el mundo de la explotación del placer para adultos, del que incluso los no tan adultos gozan de ella. En este mundo, las barreras y límites son laxos y las personas -como si la humanidad se encontrara en una adolescencia colectiva- ponen a prueba cada frontera. Los creadores de contenido parecen tener un espíritu salvaje e insaciable que, dotado de originalidad, siempre encuentran la manera de producir contenido más atractivo y más comercializable.

La discusión cíclica podría ser la de "¿quién es el culpable: el que consume o quien se deja consumir?", pero este hecho ha sido tan avasallante que evoca una reflexión más profunda, más humana, más visceral. Una joven de 23 años convocó (por dinero, obviamente) a 100 hombres que quisieran tener relaciones con ella mientras eran transmitidas a través de la red social en la que comercializa sus servicios. No es una broma, no es una exageración, no es una noticia amarillista engrosando el números para generar impacto: es real, ella lo planificó, lo buscó, lo llevó a cabo y encima se grabó un documental sobre ello.

No podemos seguir viviendo en sociedad sin que este hecho nos pase desapercibido, sin hablarlo en familia, en comunidad, entre todos. ¿Dónde está el límite de hacer algo por dinero? ¿Hasta donde somos capaces de acceder a perder nuestra humanidad, nuestra unicidad, nuestra dignidad por algo tan banal como el dinero, por los likes, por un reconocimiento social/ virtual (que encima es inmoral) o por el solo hecho de ser más osado que los demás? Recuerdo una época en la que estaban de moda las fotos en lugares extremos, y un joven perdió la vida al sacarse una selfie en la cornisa de la terraza de un edificio.

Si sos un lector suspicaz, has notado que ambos relatos tienen en común que este mal afecta predominantemente a la gente joven, pero no exclusivamente. Y, en el peor de los casos, esos jóvenes no viven solos, sino que tienen una familia alrededor que no los está cuidando como es debido. Y es ahí en donde necesitamos hablar estas cuestiones, para saber transmitirle un valor sobre lo humano a las generaciones que nos preceden, para que no les valga la vida en estas trivialidades.

¿Hablamos lo suficiente con nuestros hijos de lo VALIOSOS que son? ¿Del RESPETO por sí mismos y por los demás? ¿Hablamos lo suficiente de cómo pueden evitar meterse en situaciones que le generen un peligro o, en su defecto, cómo salir de ellas? Pensar que las generaciones más jóvenes piensan con una ambición mal enfocada en superar los límites a costa de todo, genera conmoción. Las modas son extrañas: no siempre están dispuestas a resaltar las virtudes humanas, a poner en valor lo más lindo de cada persona, a ponderar lo que nos hace humanos únicos e irrepetibles. Pareciera que hablar sobre valores y virtudes es un relato color sepia, y sin embargo, como adultos lo que más queremos es que los jóvenes sean mejores que nosotros, que sean felices y plenos.

Como padres, queremos que nuestros hijos sean valorados como lo más preciado en el mundo, así como nosotros lo hacemos. Ahora, cabe preguntarnos ¿Nuestros hijos están exentos de ser tentados por estos retos y caer en esa trampa? ¿Saben mis hijos que no son material de comercialización viable, porque su VALOR como persona nunca podrá ser monetizado? ¿Cómo le transmitimos ese mensaje a nuestros hijos? Noticias cómo estas entristecen a cualquier padre/madre que pondere a sus hijos como lo más valioso de su vida. Pero por un segundo, los invito a pensar, a fantasear por unos minutos y ponerse en los zapatos de otra persona: en los padres de esa joven: ¿Qué sentirán?

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos