El día después
Las tragedias naturales nos enfrentan a muchas cosas: nuestras capacidades para resistir las tempestades, la resiliencia, la solidaridad, la capacidad de soltar lo material... Muchas cosas que creemos que no estamos preparados. Pero lo superamos, con amor, solidaridad y en familia. Horacio nos deja su reflexión sobre Bahía.
FAMILIA+
Horacio Colombo
2 min read


Conmueve ver la ciudad de Bahía Blanca azotada por la inundación.
El 90% del territorio víctima del agua que crece y devasta todo a su paso sembrando destrucción, muerte y sueños arrasados por el desborde.
El agua símbolo de pureza, claridad y vivificación convertida en una fuerza apocalíptica de color marrón, arrolladora y destructiva.
Las personas huyendo despavoridas, tomando su familia junto con lo que alcancen a llevar a cuestas en busca de un lugar dónde la inclemente inundación no llegue. Un sitio más alto, un piso superior, la azotea de la casa, la cabina de un camión. Cualquier cosa sirve para paliar la desesperación de ver que todo se desmorona a su paso.
¿Desidia de los responsables de la ciudad?
¿Castigo divino?
¿O simplemente, fuerza natural que viene alertando del cambio climático y necesitamos prevenirnos?
No sabemos... Tal vez, ninguno de ellos... o un poco de cada motivo.
Pero algo alienta la esperanza. En medio de tanto marasmo natural, como la sangre que surge cuándo se produce la herida, aparece la fuerza solidaria de la gente para juntar los pedazos del desconcierto y desecharlos. Sin bandería política, con recursos primarios de ayuda, mostrando y haciendo lo necesario para retornar lentamente a la normalidad, el conjunto colabora.
Toda la ciudad dañada: material y anímicamente. Es momento de reparación y prestarle atención al amor y a la familia. Me impactan las palabras de una señora (adulto mayor), al lado de su hija de mediana edad, afirmando con entereza: “lo perdimos todo, pero no importa…vamos a salir adelante”. Sabiduría de familia.
El dolor convirtió a Bahía blanca en una bahía oscura que no podrá invalidar la superioridad de una fuerza resiliente, para construir una ciudad mejor de lo que estaba.
Ante lo sucedido, imposible permanecer indiferente a las palabras del sabio Rey Salomón: “Las muchas aguas no podrán apagar el Amor”. (Cantar de los Cantares)
Horacio Colombo . Lic. en Ciencias para la Familia (UA).
¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos