Desafíos a la autoridad en la infancia

Los berrinches son algo cotidiano en la crianza de los niños. Pero cómo decidimos actuar frente a ellos es algo que puede marcar una gran diferencia entre personas que manejan sus emociones y personas emocionalmente desbordadas. Para pensar y reflexionar.

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girl with brown hair smiling
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La crianza positiva es un enfoque que se centra en ofrecer un desarrollo saludable y equilibrado a los niños, fomentando su bienestar emocional y social. Este estilo de crianza se basa en relaciones empáticas y respetuosas entre padres e hijos, promoviendo valores como la comunicación abierta y la resolución de conflictos de manera constructiva. A diferencia de otros métodos, como la disciplina autoritaria o permisiva, la crianza positiva busca guiar a los niños a través del entendimiento y la conexión emocional. Muchas veces es difícil de poner en práctica, tal vez por la falta de consciencia sobre ella, pero les aseguro que es la manera más amorosa de lidiar con los retos de la crianza.

Uno de los principios fundamentales de la crianza positiva es la importancia de establecer límites claros y coherentes mientras se apoya el desarrollo de la autonomía del niño. Los padres que adoptan este enfoque crean un entorno seguro donde los hijos pueden expresar sus pensamientos y sentimientos, lo cual es crucial para su desarrollo emocional. Esto no solo fortalece la relación padre-hijo, sino que también fomenta en los niños un sentido de responsabilidad y autoconfianza.

Practicar este estilo de crianza tiene muchos beneficios: desde la comunicación efectiva, los niños aprenden habilidades interpersonales que les servirán a lo largo de su vida; los ayuda a desarrollar la empatía, así cómo identificar y comprender las emociones propias y de los demás. A largo plazo, esto puede prevenir problemas de comportamiento y fortalecer la resiliencia emocional. Esto reduce enormemente la conflictividad familiar, lo que crea un ambiente más armonioso en el hogar.

Recomendaciones prácticas.

Las situaciones que nos ponen en jaque a los padres son los famosos berrinches, que son respuestas emocionales frecuente en niños, y manejarlos eficazmente requiere estrategias variadas y adecuadas. En primer lugar, es fundamental identificar los desencadenantes de estos episodios. Los niños a menudo se sienten abrumados por emociones intensas, que pueden ser provocadas por situaciones como la frustración, el cansancio o el deseo de atención. Una vez que se han identificado estos factores, los padres pueden trabajar en prevenir los berrinches anticipándose a las situaciones que podrían llevar a ellos.

La validación de emociones también juega un papel crucial en el manejo de berrinches. Es fundamental que los padres reconozcan y acepten los sentimientos de sus hijos, incluso si no están de acuerdo con la reacción. Poder decirles “entiendo que estés molesto” o “es normal sentirse frustrado a veces” puede ayudar a los niños a sentirse entendidos y, con el tiempo, les enseña a gestionar sus emociones de manera más efectiva. Sobre todo, lo ayuda a empezar a poner en palabras eso que les sucede, lo que es una gran herramienta para la vida adulta (pensemos si nosotros mismos somos capaces todo el tiempo de poner en palabras lo que sentimos).

Validar las emociones del niño implica escuchar sus inquietudes y hacerles saber que sus sentimientos son comprensibles. Este proceso no solo ayuda al niño a sentirse escuchado, sino que también les ofrece una oportunidad de aprender a gestionar sus emociones de manera eficaz. Cuando los padres responden con empatía, los niños pueden comenzar a identificar sus emociones, lo que a largo plazo favorece su desarrollo emocional. A través de esta práctica, los niños no solo aprenden a calmarse en el futuro, sino que también desarrollan habilidades interpersonales que son fundamentales para sus relaciones con los demás.

Además, la empatía en la crianza refuerza la conexión emocional entre padres e hijos. Este vínculo es especialmente importante ya que proporciona un sentido de seguridad y apoyo en los niños. En una relación donde se siente que sus emociones son aceptadas, es más probable que el niño confíe en sus padres y busque su ayuda en momentos de dificultad (algo que en la adolescencia es una inquietud de muchos padres, por eso se siembra la semilla de la confianza durante la niñez). Con el tiempo, esta confianza puede traducirse en una comunicación más abierta y en una familia más unida.

Por lo tanto, empatizar con el comportamiento del niño no solo es una estrategia para manejar berrinches: es una inversión en su bienestar emocional y en la calidad de la relación familiar. Fomentar este tipo de conexión tiene beneficios a largo plazo: ayuda a los hijos a convertirse en adultos emocionalmente saludables.

El rol de la calma en la respuesta de los padres.

La capacidad de los padres para mantener la calma durante los episodios de crisis juega un papel fundamental. En situaciones de descontrol emocional, los niños a menudo buscan respuestas en reflejo a las reacciones de sus padres: si un padre responde con tranquilidad y control, no solo se aborda eficazmente el desafío inmediato, sino que también se le enseña al niño acerca de la regulación emocional. Esta dinámica establece un modelo de conducta que los niños pueden emular en situaciones futuras. Si el padre pierde la paciencia, porque el berrinche es en público y la gente mira, o se pone nervioso, o se pone intolerante a los gritos del niño, probablemente se genere una escalada de agresividad en la que ambos terminen gritándose mutuamente, sin resolver el problema y agravando la situación emocional. En donde había uno solo agitado emocionalmente, ahora hay dos, un adulto y un niño.

¿Cómo abordar esta situación? Respirar profundamente antes de responder para evitar reacciones impulsivas. Por ejemplo, en medio de un berrinche en un espacio público, un padre que mantiene la compostura puede decir con voz serene: "Sé que estás molesto, ¿qué te parece si encontramos un lugar tranquilo para hablar?" Esta técnica no solo ayuda a calmar al niño, sino que también establece un entorno seguro que promueve la comunicación. Los niños comienzan a identificar el manejo de emociones como una habilidad valiosa, y pueden aplicarla en sus propias reacciones emocionales.

Practicar la calma en momentos críticos puede transformar la dinámica familiar, ya que tiene un gran impacto positivo esa tranquilidad parental en el desarrollo emocional de los niños, tanto en la actualidad como en el futuro. De esta manera, los padres no solo manejan el desafío inmediato, sino que también cultivan un entorno donde las emociones y la calma son valoradas y enseñadas. Nunca olviden que ser padres nos da la posibilidad de ser mejores personas hoy mismo, ya que debemos ser un modelo ejemplar para nuestros hijos, pues queremos que ello sean mejores que nosotros. ¿De donde tomaran el ejemplo a seguir: de lo que somos o de lo que queremos ser?

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos