DEJAR IR A LOS HIJOS

Nunca es sencillo modificar nuestra mirada para ver a nuestros hijos como adultos, autónomos e independientes. Ante nuestros ojos siempre son pequeñitos e indefensos, y el hecho de pensar que nos necesitan para realizarse es algo que nos permite sentirnos activos.

Pero cuando deja de ser así, nos invade un vacío inexplicable que ensombrece las alegrías. La gran ironía de la vida: enseñarles cosas a nuestros hijos para que puedan hacerlo solos y cuando lo hacen, es un éxito agridulce.

Mirando la película "Moana" de Disney me hizo pensar en esto. Para quienes no la vieron, la protagonista es una jovencita que está destinada a ser la jefa de la aldea. Siente el llamado hacia la aventura de un mar desconocido, a pesar de los consejos de sus padres que intentan por todos los medios de hacerla cambiar de parecer.

En el fragmento donde su abuela está muriendo, le dice que siga a su corazón. Moana decidida a enfrentar la aventura de su vida, va a juntar sus cosas para escapar en la noche. Su madre ve ese panorama, y aunque desea algo diferente para ella, la ayuda a hacer un bolso de viaje. Las lágrimas en sus ojos que dicen "te deseo lo mejor hija" y un abrazo que da ánimo y fuerza, amor y coraje.

Muchas veces tenemos otras expectativas para nuestros hijos. Con justificaciones válidas porque queremos lo mejor para ellos, tratando de evitarles experiencias dolorosas. Y olvidamos que el fracaso y el dolor son maestros en la vida, aprendemos gracias a ellos. Así es la vida: nuestros hijos deben tenerlos también.

Recordemos esto: que nuestros hijos crezcan y se independicen no significa que no nos necesitan. Pero tenemos que acostumbrarnos a otro rol, el de acompañante y consejero, al que mira más de lejos... Es difícil? por supuesto que lo es!!! Pero negar la evolución de la vida es aún más difícil, negador e imposible. La vida tiene una sola dirección y es hacia adelante.

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos