BERRINCHES: DESAFÍO PARA TODOS

Cuando nos pasa en la calle, a la vista de otros, nos sentimos juzgados por cómo lidiamos con los berrinches de nuestros pequeños. ES importante resaltar que no es importante el juicio que imaginamos o tenemos de los demás, sino lo que realmente hacemos por nuestros hijos.

MAPATERNIDAD+

4/16/20253 min read

a woman covering her face with her hands
a woman covering her face with her hands

Como orientadora familiar, uno de los desafíos más frecuentes que encuentro en las consultas es cómo manejar los famosos “berrinches” en la primera infancia. Es importante entender que estos episodios no son un capricho, sino una forma de expresión emocional que, cuando se maneja con respeto y comprensión, puede fortalecer el vínculo familiar y enseñar habilidades fundamentales para la vida.

Primero es necesario saber qué es lo que ocurre en el cerebro de un niño durante un berrinche, ya que entre los 3 y 5 años, el cerebro infantil se encuentra en una fase intensa de desarrollo, especialmente la corteza prefrontal (encargada de funciones como el autocontrol, la regulación emocional y la toma de decisiones). Según el Dr. Daniel Siegel, neuropsiquiatra y autor de "The Whole-Brain Child", durante un berrinche los niños se encuentran dominados por su “cerebro inferior” (emocional y reactivo), sin acceso al “cerebro superior” (racional). En ese momento, el niño no puede autorregularse por sí mismo ni expresar con claridad lo que siente.

A pesar que nosotros fomentemos y ayudemos a desarrollar un lenguaje lo más amplio posible en nuestros hijos, aún no pueden decir todo lo que necesita expresar. Y en situaciones de berrinches, el mensaje oculto es "estoy frustrado porque no puedo hacer esto solo", "me siento inseguro cuando me dejas en la escuela", "estoy cansado y eso me hace perder el control." En lugar de palabras, expresan estos sentimientos a través del llanto, gritos, tirarse al suelo o golpear.

Aquí es donde el adulto debe ver más allá del comportamiento y preguntarse: ¿Qué está tratando de comunicar mi hijo con esto? pero por sobre todo preguntarnos ¿Qué necesita de mi en este momento? La crianza respetuosa propone que el adulto no reaccione desde la imposición o el castigo, sino desde la co-regulación emocional. Esto implica que el adulto sirva de “ancla” emocional mientras el niño navega por sus sentimientos intensos.

Pero ¿cómo se implementa esta crianza positiva? Bueno, algunas opciones pueden ser las siguientes:

  1. Mantener la calma. El adulto debe modelar la regulación emocional. Si gritamos, nuestros hijos aprenden que esa es la forma de lidiar con el conflicto.

  2. Validar sus emociones con frases como “entiendo que estás enojado” o “es difícil cuando no conseguimos lo que queremos” ayuda al niño a sentirse comprendido.

  3. Poner límites con firmeza y cariño. La crianza respetuosa no es permisiva, podemos decir “no me pegues, estoy acá para ayudarte” de forma clara y con afecto.

  4. Ofrecer alternativas enseñando habilidades prácticas (como pisar fuerte el suelo o apretar una almohada) para que aprendan a canalizar su emoción.

Los niños aprenden a regular sus emociones no mediante el castigo, sino a través de una relación segura con sus padres o cuidadores. El desarrollo del sistema nervioso del niño depende en gran parte de interacciones afectuosas, coherentes y calmadas con sus figuras de apego. El castigo físico o verbal aumenta la agresividad infantil y deteriora la relación padre-hijo, mientras que estrategias basadas en el apego y la empatía fortalecen la resiliencia y la salud mental a largo plazo.

Criar con respeto no significa evitar los conflictos, sino aprender a atravesarlos de una forma más consciente. El berrinche, lejos de ser un enemigo, puede convertirse en una oportunidad para educar en la gestión emocional, la empatía y la contención. Como orientadora familiar, los invito a desnormalizar el castigo y normalizar la conexión, entendiendo que lo que hoy sembramos emocionalmente en nuestros hijos será el fundamento de sus relaciones, su autoestima y su capacidad para enfrentar el mundo.

Fuentes citadas: Siegel, D. J., & Bryson, T. P. (2011). The Whole-Brain Child. Bantam Books.

¿Qué opinas sobre esta nota? Entre todos crecemos y aprendemos